1. Las elecciones importan
Apoyamos que Bolsonaro pierda. Estamos a favor de que Lula gane. Pero todo indica que ésta no será otra elección más, los resultados podrían desembocar en hechos que trascienden lo que podríamos esperar de un proceso electoral normal. La victoria de Bolsonaro podría abrir las puertas a un golpe de Estado – su derrota también. Hay total incertidumbre. Y aun así, la derrota de Bolsonaro significaría que cualquier intento de golpe sería visto como ilegitimo e ilegal.
2. La democracia es un activo
En torno a la defensa de la legalidad, un nuevo consenso ha emergido desde la sociedad civil, uno en el que espectro político representado es incluso más amplio que el que visto en la campaña por la redemocratización de donde surgió la Nueva República en los ochenta. Partidos, sindicatos, movimientos sociales, personalidades públicas, gran parte de los medios de comunicación, asociaciones patronales, e incluso indirectamente el gobierno de Estados Unidos se ha unido en defensa de la democracia y la legalidad.
¿Por qué recién ahora? Nuestra impresión es que este consenso, en defensa de instituciones que han estado bajo amenaza por mucho tiempo, significa un acuerdo general en favor de Lula.
3. Las masas no son escuchadas
Las aspiraciones de parte significativa de la sociedad en contra del golpismo y el Bolsonarismo son entendibles y legitimas. Este amplio consenso puede ofrecer una sensación de alivio frente a la avalancha de extrema derecha reciente. Cuanto más apoyo a Bolsonaro, mejor.
Sin embargo, no fue hasta que las elites, con apoyo de los medios más importantes y de los Estados Unidos, tomaron postura que una campaña nacional en contra de Bolsonaro golpe de estado comenzó. En claro contraste con la campaña prodemocracia de 1980 diretas já, esta campaña no ha sido acompañado por una toma de consciencia y apoyo general de la población. Parecería ser que el “acuerdo democrático” se hiló en la cima de la sociedad brasileña.
4. De la aceleración a la contención
El nuevo consenso democrático puede ser visto como un acuerdo entre líderes políticas y las elites. Su consecuencia electoral es apoyar indirectamente una probable victoria de Lula. Pero ¿por qué? Bolsonaro profundizó aceleradamente muchas de sus tendencias destructivas e incontrolables con el apoyo de las elites – algunas que se han convertido en contra productivas para el desarrollo del capitalismo brasilero. Como fue puesto por uno de los organizadores de la “Carta por la democracia”(lanzada en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, un bastión de la elite): “el caos en el país está haciendo perder dinero al sector empresarial”.
¿Podría ser que, en el nombre de luchar contra el autoritarismo, existe una intención de poner freno a la tendencia autodestructiva, al menos temporalmente? ¿No hay detrás del nuevo consenso un nuevo intento de contener la crisis de Brasil?
5. ¿Quién pagará por el consenso?
Tal vez sea que la fuerza del actual consenso sea síntoma de su debilidad. Esto es así porque el país se enfrenta a un nivel de degradación social y económica que limitaría su capacidad de maniobra por un nuevo consenso. En el actual contexto de destrucción, podría ser posible que cualquier política, incluso limitada en sus alcances como las que promete Lula, tendría un efecto mayor.
Hay muchos elementos inciertos en el corto plazo – la elección en si misma aún está sin decidir. Pero nada indica la vuelta de los vientos internacionales favorables que beneficiaron el Lulismo en la década de 2010. De allí nuestro malestar, causado por la sensación de que estamos abrazando un “pragmatismo irreal”: una actitud que ignora qué es necesario hacer de cara a una crisis que no se resolverá en las elecciones. ¿Quién pagará por esta indiferencia frente a la crisis?
6. Tregua
Desde el punto de vista de las elites, el nuevo consenso tal vez sea una táctica para reposicionarse para alcanzar una pacificación: una indicación de política conciliatoria que busca remediar los daños inmediatos hechos al país. Pero este acuerdo no representa una vuelta a la Nueva República. En cambio, parece un momento de reagrupamiento. Parecería que algo se está cocinando.
La vuelta de la contención Lulista tal vez sea un paso atrás para una clase dominante que busca escapar de la Nueva República. En esencia, sería el espacio de nuevas batallas. El Nuevo Consenso parece ser una tregua antes de la vuelta de la inevitable guerra.
7. La guerra cotidiana
La dinámica de Guerra está atada a las formas de reproducción de la vida brasilera. Hay una guerra desde arriba en contra de quienes estamos abajo. Hay una guerra del Estado en contra de la poblaciones negras y pobres. Pero, sobre todo, hay una guerra diaria, porque nuestra forma de vida se basa en la competencia: desempleado compite contra desempleado, y también contra el empleado. Por otro lado, el empleado compite contra su colega de trabajo. En la televisión, Gran Hermano, refleja esta dinámica de competencia y exclusión: sin el espectro de ser echado, no hay espectáculo. En suma, la vida cotidiana es una guerra: “Estoy en pie de batalla”.
Esta Guerra no ha sido votada: no importa quién gana la elección, la guerra continuará. ¿Pero qué formas políticas tomará esta dinámica? ¿Qué cuerpos aplastará?
8. Dos mundos que se ignoran
Para la vasta mayoría que experiencia esta guerra, la democracia le parece algo alejado que solo les preocupa a las clases altas de la sociedad. Dos mundos en movimiento que se ignoran. Para los de arriba el imaginario social sobre el mundo ignorado es el de un campo de batalla. Policías y pastores se auto perciben como defensores de la patria y del bien contra del mal, mientras que los cristianos se entregan a una guerra eterna en contra del mundo corrupto y sus males, el cual, algún día, desaparecerá. Estos deseos traspasan las necesidades materiales inmediatas de supervivencia. El éxito de la derecha extrema parecería tener una de sus claves en movilizar apoyo en torno a este imaginario popular.
9. La Guerra por la eternidad
Nos encontramos en la encrucijada de dos caminos. En una en el que las masas poco aparecen, se encuentra la campaña por la legalidad y defensa de las instituciones, basada en ideas de conciliación. En la otra vereda existe un torrente que inunda las elecciones, y acarrea la movilización política. Llena las calles con Marchas por Jesús (una marcha anual que acarrea millones de personas) y otros eventos en los cuales el cambio se concibe a través de la salvación – el resultado de la guerra. Al margen de los liberales y progresivos que se han dado la mano, están los que también preparan una guerra inevitable. Pero esa guerra parece que será en contra de ambos lados.
10. El futuro del actual orden
¿La Guerra de todos contra todos crea una Sociedad? ¿O produce una dinámica social violenta que parece ingobernable? Para mucho, lo ingobernable requiere orden – a cualquier precio. Provoca un deseo de violencia que ordene. Bolsonaro puede ser visto como una iteración de esta política. Es como cualquier otro, versiones mejores surgirán. El futuro del actual presente serán cuestionadas por esas nuevas iteraciones.
11. El mundo ya está en crisis, y nuestra política tiene poco que decir al respecto
Somos testigos de una crisis medioambiental, en la cual Brasil tiene responsabilidades decisivas. Un cambio en el paradigma energético es urgente, y hay riesgos de escasez alimentaria global. Hay una crisis global de inversión y producción de riqueza, que llegó al nivel de una guerra europea, que amenaza en convertirse en guerra mundial. La fuerza industrial china y su prevalencia tecnológica conlleva una amenaza de embargo, y, en el límite, una guerra con Estados Unidos que no consigue reactivar su economía. Tendencias autoritarias, fascistas y regresivas, aparecen en varios puntos del mundo. Todo indica una crisis social y económica del propio sistema, que estará más allá de las posibilidades de respuesta nacional. Aun así, mientras tanto, es necesario encontrar respuestas desde nuestras experiencias y capacidades nacionales, a ese impasse universal.
12. Lo imposible como política
Vivimos en un mundo que produce abundancia, pero esta abundancia es sentida como escasez. Esta maldición tiene un nombre: commodities. Tenemos que reconocer que la escasez, que nos pone en competencia unes a otres, es una construcción política. ¿No es de la mayor urgencia entonces que la enfrentemos políticamente?
Es técnicamente posible liberar a las personas del trabajo alienante a la vez que compartimos la riqueza social. Pero es políticamente imposible en la presente situación. Y aun así, parecería ser que solamente una política de lo imposible es capaz de desarmar la guerra. Entonces ¿no necesita lo imposible convertirse en posible?
13. El camino hacia el otro lado
No es claro si la paz tiene un futuro. Pero lo que es claro es que sólo tendremos un futuro emancipado en línea con lo que imaginamos si logramos escapar de las políticas de las commodities. Elecciones, en esta etapa histórica, solamente sirven para disfrazar este hecho. Al otro lado de las elecciones, tal vez podremos encontrar un camino.
Agosto 2022
Coletivo Desmedida do Possível (Colectivo desmedida de lo posible)
artículo e imagen publicados originalmente en https://outraspalavras.net/pos-capitalismo/polemica-no-avesso-das-eleicoes/
Antonio Mota, Daniel Feldmann, Debora Goulart, Fabio Agostinho, Fabio Luis B. Santos, Fernando Cunha Sato, Fernando Kinas, Frederico Lyra, Gabriel Rocha, Guilherme Meyer, Henrique Costa, Isabel Loureiro, Patrícia Mechi, Tales Ab´Saber, Thais Pavez, Thiago Cannetieri
Traducido por Matías Volonterio
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